REPORTAJE: Hambre de muchos, festín de unos pocos
- Raquel Uve
- 17 sept 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 23 nov 2020
Los agronegocios y el liberalismo provocan una crisis que amenaza la vida de 854 millones de personas en el mundo

Con la finalidad de cambiar la orientación de la brújula antes de presenciar la explosión, la Organización para la Agricultura y la Alimentación para las Naciones Unidas (FAO) alertó el pasado mes de abril sobre la escasez de alimentos que acusará el Globo en los años venideros y que ya está haciendo estragos en gran parte del mundo. Según la agencia de la ONU, que ha señalado a 20 países africanos, 9 asiáticos, 6 latinoamericanos y 2 europeos como los más vulnerables, en un intervalo de dos años, productos tan básicos para la gran parte de la Humanidad como el arroz, ha visto aumentado su precio en más de un 80% y lo mismo ha venido pasando con otros cereales como el maíz (83%), la soja (89%) o el trigo (142%).
“Los gobiernos industrializados deben reconocer su responsabilidad por haber aplicado políticas que han socavado la productividad agrícola y han destruido la seguridad alimentaria de los países”.
Las causas, para unos, coyunturales y cíclicas y para otros, “estructurales, complejas, profundas e interrelacionadas del modelo de desarrollo actual”, como se explica desde la Coordinadora de ONGD-España, parecen tener su origen en varios pilares: por una parte, estaría el aumento del precio del petróleo, que ha disparado los costes de insumos agrarios como los fertilizantes; por otro, el papel de los especuladores financieros, quienes, dada la baja rentabilidad de los financieros, están ahora inflando de forma artificial los precios de las materias primas; un tercer aspecto tendría que ver con el auge de los cultivos para la producción de agrocombustibles (palma, colza, caña de azúcar, maíz…) que hace aumentar la demanda de productos de consumo humano y que compiten por los recursos productivos agrícolas como la tierra o el agua; y una última causa relacionada con las políticas agrarias internacionales europeas y norteamericanas que hacen que las grandes multinacionales se lucren y miles de explotaciones familiares tengan que cerrar.
Una evidente falta de promoción del campo y regulación de los precios en los países más desfavorecidos junto con un cambio del modelo de producción familiar por monocultivos comerciales de grandes transnacionales que compran terrenos a bajo coste a los a los pequeños agricultores y un crecimiento de la demanda en países emergentes como China e India, son, según algunos autores y autoras, las claves de la crisis.
Sin embargo, en esta última cuestión, no todos están de acuerdo. Para Tom Kucharz, Coordinador del Área de Agroecología y Soberanía Alimentaria de Ecologistas en Acción-Galicia, “India y China sí tienen influencia en la demanda mundial de alimentos, pero este argumento se está utilizando por los países de la Unión Europea para eludir sus propias responsabilidades por estar en la misma cama con los que se benefician del hambre”. Según Kucharz, “el factor de población no es la cuestión de fondo. Siempre hemos demostrado que hay suficiente alimentación, pero está mal repartido y la gente no puede acceder a ella por causas estructurales, como la “revolución verde” (la industrialización de la agricultura que llevó a muchos países del sur a depender de una agricultura para exportar sin poder producir alimentos básicos para la población), la ausencia de la reforma agraria, el crecimiento de las ciudades y el abandono del mundo rural y la liberalización comercial. La incapacidad de manejar la crisis alimentaria actual es una muestra del fracaso tras tres décadas de desregulación de los mercados agrícolas”.
En este sentido, la periodista e investigadora del Grupo ETC, Silvia Ribeiro, da en señalar que empresas como Cargill, ADM, ConAgra, Bunge, Dreyfus, que han aumentado sus ganancias de un 30 a un 67% desde 2006 y que actualmente copan más del 80% del comercio mundial de cereales “han tenido ganancias absolutamente impúdicas, gracias a la escasez de alimentos, la promoción y subsidios a los agrocombustibles y el alza de los precios del petróleo”.
Por otra parte, el experto medioambiental Pedro Pozas asegura que estamos ante una crisis alimentaría grave y de consecuencias impredecibles. Según Pozas, “la prensa informa tímidamente de las revueltas que están ocurriendo en muchos países, en los levantamientos del campesinado, donde se están cobrando vidas. Les quitan las tierras para el uso de los monocultivos, contaminan los ríos, asesinan a sus líderes… ¿Qué opción se les da al pueblo? ¿Cómo podemos permitir estos genocidios en un siglo XXI?”, concluye Pozas.
Efectos devastadores
En muchos lugares del Planeta los efectos de la crisis están llegando a ser verdaderamente devastadores causando estragos en 37 países en desarrollo según la FAO. En Haití, por ejemplo, una de las naciones más vulnerables de América Latina por ser de los estados que más alimentos importa, producto de las revueltas por la emergencia alimenticia, seis personas han muerto y cerca de doscientas resultaron heridas, costándole el puesto además al primer ministro Jacques Edouard Alexis. En Tailandia por su parte, el principal estado exportador del mundo de arroz, los precios de este cereal se han triplicado en el primer trimestre del año. En Filipinas, que por el desarrollo urbano ha visto disminuida a la mitad la disponibilidad de tierra cultivada, el Gobierno ha pedido a varias empresas de comida rápida que ofrecieran raciones con la mitad de arroz. Afganistán pidió la inclusión de dos millones y medio de personas más en el Programa de Alimentos de la ONU. Y en Nigeria, como consecuencia de la promoción hecha por multinacionales americanas, el consumo de pan se ha triplicado en 10 años en detrimento de alimentos tradicionales, con lo que el precio del pan en este país se ha incrementado en un 50%.
Así las cosas, la reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad como uno de los firmes propósitos de de los Objetivos Del Milenio para el año 2015 parecen quedar muy lejos de la cruda realidad. El representante de Ecologistas en Acción, no puede dejar de mostrarse pesimista alegando que no sólo no se reducirá el hambre a la mitad, sino que se duplicará: “Los ODM son una cortina de humo para no hablar de las causas estructurales de la pobreza como son el modelo económico, social y político actual del Neoliberalismo (deuda externa, privatizaciones, guerra por el petróleo, reparto injusto de los medios de producción y la riqueza, desigualdad de género…) y las profundas crisis actuales que ha causado: pérdida y destrucción de los recursos naturales, cambio climático, agotamiento de los recursos fósiles y, sobre todo, del petróleo a corto y medio plazo, las burbujas financieras y la crisis alimentaria. Los ODM no se van a cumplir, y es más, las actuales políticas agravan la situación”.
Ahora bien, ¿qué medidas serían las adecuadas para atajar el problema de escasez de alimentos que ya acucian a 854 millones de personas en el mundo? Si bien es verdad que la Cumbre Alimentaria de la FAO celebrada en Roma a principios de junio creó expectativas con respecto a planteamientos que dieran soluciones a corto plazo para atajar la situación, lo cierto es que esta cumbre, que reunió a 50 presidentes de gobierno, sólo se ha quedado en una declaración de buenas intenciones y no ha determinado ni causas ni medidas que supongan un cambio en las estructuras en el sistema de desarrollo económico.
Nuestro experto en la materia, Tom Kucharz, quien no duda en afirmar que “el Derecho a la Comida está por encima de los acuerdos comerciales y otras políticas internacionales”, aboga por la no liberalización del comercio en la OMC, ni en otras negociaciones comerciales bilaterales o regionales y reclama el cese del desarrollo de tierras para la producción industrial de agrocombustibles así como el establecimiento de una Comisión de la ONU para la Producción Alimentaria, Consumo y Comercio, con la participación de los productores de pequeña escala de alimentos y de consumidores marginados, como principales medidas para no volver a cometer estos nefastos errores.
“Los gobiernos y las comunidades necesitan tener una gama de herramientas a su disposición para construir sistemas alimentarios y agropecuarios resistentes, aptos para enfrentar los desafíos que se avecinan: reforma agraria y políticas que acrecienten la soberanía alimentaria, estimulen los mercados locales y apoyen la agricultura ecológica de pequeña escala. La volatilidad de los precios de los productos agrícolas tiene que ser resuelta mediante políticas y acciones encaminadas a prevenir las crisis alimentarias y garantizarles a los pequeños productores rurales ingresos estables, seguros y justos”, termina diciendo.
Centrada en asuntos económico-agrícolas, la Cumbre Alimentaria de Roma no ha servido para lograr un acuerdo a nivel internacional, en perjuicio de todas esas personas que mueren de inanición en estos momentos y que no están recibiendo ayuda humanitaria que impida que se produzcan consecuencias graves sobre su salud. Por su parte, Francia y España se han comprometido a impulsar la agricultura en los países en riesgo con 500 millones de euros, cuestión ésta que han celebrado las ONGD.
Sin embargo, nada se ha debatido sobre la implantación de medidas que pongan en jaque al sistema desde su base y que impidan que una parte importante de nuestro planeta se esté muriendo de hambre y malnutrición. Para Ecologistas, “el Gobierno español ha tenido un papel nefasto y lamentable en la Cumbre de Roma. Los gobiernos industrializados deben reconocer su responsabilidad por haber aplicado políticas que han socavado la productividad agrícola y han destruido la seguridad alimentaria de los países. Por estas razones, han perdido la confianza de los pueblos del mundo en que ellos puedan terminar con la crisis de alimentos actual, salvaguardar la disponibilidad de alimentos y ganado y enfrentar los desafíos del cambio climático”.
DESPIECE 1: Comer después que los hombres
Las mujeres (junto con los menores) están siendo los más afectados por el aumento de precios de alimentos básicos dado que esta situación hace que muchas féminas tengan que duplicar su tiempo de trabajo para subsistir y administrar los recursos, y lo peor es que ningún gobierno está dando con la solución a este problema.
Esta mayor repercusión de la crisis sobre colectivos tan vulnerables económicamente como el de las mujeres, lo expresó recientemente la presidenta del Instituto Nacional Mexicano de las Mujeres, Rocío García Gaytán, quien tras aseverar que la frustración de no poder llevar a casa todo lo necesario agravaría los casos de violencia de género en su país, da en afirmar que “en áreas del campo el primero que come es el hombre porque es el que trabaja, aunque la que se queda en casa también labora mucho, pero el que se va a hacer el trabajo físico es el que come”.
De esta particular batalla saben mucho las mujeres africanas que, junto a las españolas, se reunieron en el III Encuentro Mujeres por un Mundo Mejor, celebrado en Níger en el mes de mayo. Trescientas mujeres procedentes de 43 países africanos no dudaron en demandar espacios en la vida pública para liderar la lucha contra la crisis alimentaria y la desigualdad social y poner la alarma en que “si las mujeres se mueren, se muere África", como aseveró la presidenta del Parlamento Panafricano, Gertrude Mongella, quien acertó también en decir que "las mujeres comen las últimas y si hay poca comida se la ofrecen a los hombres y a los niños".
En este sentido, la vicepresidenta primera del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, presente también en este encuentro, instó por su parte a las mujeres a ir conquistando espacios de responsabilidad en sus propias naciones con el objetivo de hacer transformaciones para acabar con la exclusión y la violencia que soportan millones de ellas en todo el mundo.
DESPIECE 2: La “motivación ética” del derecho a alimentarse
El derecho a la alimentación responde a una “motivación ética y está intrínsecamente vinculado a la protección de la vida". Con estas palabras, reclamaba el Papa Benedicto XVI en la Cumbre Alimentaria de Roma nuevas medidas para la lucha contra la pobreza y el desarrollo rural al tiempo que ponía énfasis en que ni la escasez ni la malnutrición "son una simple fatalidad provocada por situaciones adversas" y que “nadie puede quedarse impasible ante la llamada de aquellos que pasan hambre".
En esta misma línea se pronuncia el Cardenal Arzobispo de Barcelona Lluís Martínez Sistach quien, apostando en el contexto de una “globalización de la solidaridad” no sólo por la ayuda de emergencia sino también por la puesta en marcha de reformas estructurales que eviten que este desavastecimiento se produzca cíclicamente, se decanta por “unir fuerzas para una gran operación de emergencia humanitaria y para realizar un proyecto de gran calado moral: asegurar a los ciudadanos de los países pobres el derecho a la alimentación”.
Con motivo también de la Conferencia a Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, CONFER (Conferencia Española de Religiosos) a través de una veintena de congregaciones religiosas y de ONGD españolas de inspiración católica, ha querido protestar sobre la crítica situación mundial presentando una Declaración sobre la seguridad alimentaria y los desafíos del cambio climático. Un documento de carácter teológico, espiritual y ético y que trata aspectos como los derechos humanos (entre ellos, el de la alimentación), el cambio climático, los biocarburantes o la agricultura sostenible.
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