REPORTAJE: Mors, mortis
- Raquel Uve
- 3 oct 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 23 nov 2020
Concepto, historia, costumbres y otras fúnebres curiosidades
El concepto de “muerte” proviene muchas veces de la elaboración cultural que las sociedades conceden al significado morir. Según las culturas, la muerte se entiende como trascendencia difusa, lineal, circular… como un vagar por diferentes mundos, como trascendencia que no puede determinarse o, simplemente, hablando en términos biológicos, como el fin del ser. De esta manera, la muerte está presente en nuestras vidas, ya sea como angustia o como deseo de trascender. Aunque en algunas culturas se respeta e incluso se adora el término del ciclo vital, para mucha gente la muerte es sinónimo de "miedo", tanto es así que el ser humano es el único animal que envejece y tiene que morir, aunque no quiera. Por lo tanto, la certidumbre de la muerte es una de las cosas que nos humaniza.

Aunque legalmente se define “muerte” como la “interrupción definitiva de toda actividad cerebral”, algunos se refieren al concepto como la “incapacidad de respirar”, optando otros por referirse a la muerte como “pérdida de conciencia”. En este sentido, el profesor de Etica médica Robert Veatch afirma que muchas veces no es tan fácil establecer el final de la vida, por lo que propone distintas definiciones del concepto opinando que se debía conceder a la gente la oportunidad de elegir la definición que considere más adecuada, dada la complejidad del tema.
Platón aseveró que la filosofía es, sin más, una reflexión sobre la muerte, coincidiendo en este sentido con el filósofo catalán J. Ferrater Mora, quien en uno de sus ensayos sobre la muerte, asegura que en filosofía ha sido común estudiar el problema de la muerte como problema de la muerte humana, considerándose únicamente muerte a la muerte del ser humano. Y esto, según este filósofo, “a veces por una razón puramente terminológica y a veces porque se ha considerado que sólo en la muerte humana adquiere plena significación el hecho de morir”.
En Egipto el cadáver era vaciado con el fin
de extraerle los símbolos de vitalidad y se momificaba
no para conservar el cuerpo sino para retenerlo
De esta manera, el fallecimiento de una persona ha cobrado diferentes significaciones a lo largo de la Historia y a través de las culturas. Es sabido, por ejemplo que, en Egipto, al contrario que en muchos pueblos de occidente, donde la muerte se presenta como algo triste o que asusta, la gente vivía presintiendo otra existencia que estaba más allá de forma que ha sido la única cultura que cantaba y sonreía abiertamente a la muerte considerando que las cosas del mundo no tenían valor. Cuando alguien moría, los sacerdotes se encargaban de separar la parte inferior de la parte superior del ser, por lo que el cadáver era vaciado con el fin de extraerle los símbolos de vitalidad y se momificaba no para conservar el cuerpo sino para retenerlo.
El pueblo Azteca es otro ejemplo de pueblo donde no se le temía a la muerte, teniendo ésta una fuerte presencia tanto en su cosmogonía, su mitología o sus costumbres. Según un estudio de Ramón Talavera, la dualidad vida-muerte era un principio fundamental que se originó en el hecho de la alternancia de periodos secos o de lluvia de forma que “los ciclos naturales les enseñaron que tras el período de secas, nuevamente regresaba un período de florecimiento y este movimiento continuo explicaba a su vez la existencia de las noches y los días, y de la vida y la muerte”. Es así cómo los aztecas pensaron que para que esta dualidad se mantuviese y la vida le siguiera a la muerte, habría que mantener un equilibrio de los hombres y mujeres con el universo, explicándose de esta forma los sacrificios humanos.
Los Incas, sin embargo, pensaban que la vida seguía de la misma forma que había transcurrido sobre la tierra de modo que cada miembro de la escala social continuaba cumpliendo sus funciones cotidianas después de fallecer, cuestión que explica el hecho de que las momias andinas hayan sido encontradas con sus mejores vestidos y con comida y bebida en abundancia para proveer un largo viaje.
Los Incas pensaban que la vida seguía igual que en la tierra de modo que cada miembro de la escala social continuaba cumpliendo sus funciones después de fallecer
En Grecia, donde no existía el concepto de pecado ni se pensaba que después de morir hubiera un mundo diferente para buenos y malos, la muerte no significaba, según la profesora Maria Clara Quintero, “una aniquilación total, sino una existencia sombría, más allá de la tumba en el reino subterráneo del dios Hades. Esas sombras etéreas, sin cuerpo que reflejara la apariencia humana eran denominadas psique”. Aunque muy basados en las creencias griegas, los Romanos asociaban la muerte con la contaminación, no sólo material sino espiritual, y es por esta razón por la que los entierros debían realizarse de noche y fuera de la ciudad.
Ritos funerarios
Pero si hemos de hablar de costumbres funerarias en la actualidad, sin duda, uno de los ritos en torno a la muerte más extraños del mundo es el que se celebra cada siete años en Madagascar, donde desentierran a los muertos para darles un limpiado, y después celebran la fiesta Famadilhani (el retorno de los muertos), que dura dos o tres días. Para los habitantes de esta isla el objetivo de tal actividad es ganarse el aprecio de sus espíritus para que les vaya bien en el mundo de los vivos...
O el caso de la tradición inglesa, donde con la esperanza de que el espíritu no vuelva a atormentarse, todos, mayores y jóvenes, está la costumbre en muchos velatorios de tocar al difunto, de quitar o parar los relojes (como para “engañar” al espíritu del difunto y no que se pierda entre sus quehaceres cotidianos), o tapar los espejos, no sea que el difunto se refleje en ellos y quede allí atrapado o te atrape a ti. En otros sitios, además, incluso se prohíbe decir en voz alta el nombre del fallecido.
En la era de la información, las nuevas tecnologías
se incorporan también a las ceremonias fúnebres,
no siendo extraños los libros de condolencias on-line
Sin embargo las tradiciones, incluso las que tienen que ver con el hecho de morir, también pueden cambiar en una época como ésta de transformación global. El mundo católico, en el que la cremación estaba prohibida hasta el Concilio Vaticano Segundo, adopta cada vez más esa práctica, impulsada muchas veces por motivos socioeconómicos, como el abandono del campo, o el precio de las concesiones en los cementerios urbanos. En la misma sintonía, China, donde ocho millones de personas mueren cada año, ya no puede ofrecer a todos sus muertos grandes tumbas por falta de espacio, por lo que los cementerios proponen poner las cenizas funerarias al pie de un árbol o en pequeños nichos, en un muro.
Por otro lado, en la era de la información, las nuevas tecnologías se incorporan también a las ceremonias fúnebres, no siendo extraños los libros de condolencias on-line, si bien es verdad que el sector que se espera sea más popular es el de los videos autobiográficos, para hacer respetar los deseos del fallecido. Al mismo tiempo en los próximos años podrán realizarse funerales espaciales, según la empresa Space Services de Houston (Texas), que también proyecta lanzar al espacio satélites de ataúdes alrededor del Sol por toda la eternidad, al modo de cometas.
DESPIECE 1. ¿Sabías que…?
1. Cuando muere una persona, el oído es el último sentido en perderse, el primero suele ser la vista, seguido del gusto, el olfato y el tacto. 2. En la Europa del siglo XIX existían tantas evidencias de personas vivas que se declaraban muertas por error, que los cadáveres eran llevados a “hospitales para muertos” donde se les vigilaba esperando signos de putrefacción. 3. En la China rural es muy típico amenizar los funerales con “striptease”, cuyo fin es atraer al mayor número de personas al entierro ya que, según ellos, cuanta más afluencia tenga el funeral, más honor recibe el fallecido. Para acabar con esta práctica, el Gobierno chino ha puesto a disposición de los ciudadanos un número de teléfono para denunciar este tipo de “comportamientos impropios en los funerales”. Se llegan a ofrecer recompensas de hasta 29,3 euros. 4. La empresa sueca Promessa, puede desecar tu cuerpo en nitrógeno líquido, pulverizarlo con vibraciones de alta frecuencia, y sellar al polvo resultante en un ataúd biodegradable hecho de harina de maíz que puede descomponerse en 6 o 12 meses. 5. La Universidad de Bath, al suroeste de Inglaterra, ha creado un título de director funerario, para convertirse en un experto de entierros y funerales. El título incluye también otros aspectos relacionados con ellos, como el levantamiento del cadáver o las ceremonias en honor del difunto. Participantes en el plan de estudios dijeron que el diploma es necesario por la desaparición progresiva de los entierros tradicionales en Gran Bretaña, así como por el creciente carácter multicultural de la sociedad británica.
DESPIECE 2. “Vivimos como si la muerte no existiera”
ENTREVISTA AL HNO. JULIÁN SÁNCHEZ, PSICÓLOGO DE CUIDADOS PALIATIVOS EN LA FUNDACIÓN INSTITUTO SAN JOSÉ
En su doble condición de religioso y profesional dedicado a la sanidad, ¿cómo concibe usted el hecho de morir? El diccionario define “morir” como “llegar al término de la vida”. El cristiano hace una transformación a este concepto: “llegar” es “alcanzar el fin o término a un desplazamiento”. La muerte es el inicio o ganancia de todo, no una pérdida. Morir significa ganar la vida para siempre.
¿Piensa que el miedo a la muerte es natural e innato o cultural? La muerte está entre los grandes miedos del ser humano como el dolor, la enfermedad, la vejez y la locura. Es, por tanto, un miedo natural y cultural. La muerte es el miedo de los miedos de nuestra naturaleza.
¿De qué forma piensa que la muerte está presente en nuestras vidas cotidianas? Aunque la sociedad trata de expulsar a la muerte y la esconde, el ser humano se percata de que no se puede expulsar. No tenemos más que conectar la televisión y veremos la muerte de cara, casi siempre violenta, por lo que siempre nos parece que sólo existe ahí, lejos, en imágenes. Pero cuando se hace presente en la vida cotidiana (padres, hijos, abuelos…), entonces la escamoteamos como podemos y perdemos una oportunidad de afrontar algo en la vida. Por tanto, la muerte, aunque se nos hace evidente en los hechos cotidianos, la hacemos ausente en nuestra vida personal: vivimos como si la muerte no existiera.
¿De qué manera cree usted que ha cambiado la actitud de la sociedad española hacia la muerte en las últimas décadas? El hecho de que las costumbres funerarias hayan sufrido cambios (aumento de cremaciones, no uso del luto en las ropas), ¿significa también un cambio en la forma en que sentimos la muerte? Hoy hablamos de la “muerte invertida”, un término que responde a la pregunta. La actitud de la sociedad española ante la muerte ha cambiado totalmente. Recuerdo mi infancia acompañando a mi abuela en un pueblo rural de Toledo cada vez que moría uno de los vecinos. La muerte era natural, se incorporaba a la vida diaria como comer, trabajar o descansar y los niños aprendíamos de los mayores a despedir a los muertos como una tarea más. Actualmente, la muerte se esconde a los menores y hasta se les dice que no les conviene verla. El luto se reduce a la mínima expresión e incluso se convierte en disfraz: gafas oscuras ocultan los sentimientos, y el tanatorio aleja la muerte del hogar y del hospital, donde la persona ha vivido sus últimos días. Nunca se ha escrito tanto sobre la muerte y a la vez se ha escondido tanto. Aunque ya se escuchan algunas voces sobre la integración de la muerte en nuestras vidas de forma natural.
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